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/La leyenda india de la mujer/

Cuando Tvashtri (el dios hindú, creador de la naturaleza viva y muerta) estaba creando el mundo y el hombre, se le acabaron todos los materiales y no sabía de qué hacer a la mujer, y Tvashtri pensó. Después de mucho pensarlo, tomó:

la redondez de la luna,

la línea ondulada de la serpiente,

el temblor de la hierba

el terciopelo de las flores,

la ternura de las hojas,

la mirada de la cierva,

las lágrimas de las nubes

la inconstancia del viento,

miedo al conejo

la suavidad del plumón,

dureza del diamante,

la dulzura de la miel

el calor del fuego

el frio de la nieve

la vanidad del pavo real y

el arrullo de la paloma.

Todo esto lo mezcló y creó a la mujer. Luego se lo dio al hombre. Una semana después, el hombre regresó a Tvashtri.

- Señor, la criatura que me diste me hace la vida miserable. Habla todo el tiempo y quiere que hable con ella, siempre me obliga a hacer cosas diferentes, su estado de ánimo cambia en un momento - ahora está enojada conmigo, ahora es amable, quiere que estemos juntos en todas partes, ella no ¡No me dejes solo ni un momento! Vine a pedirte que la llevaras de regreso.

Y Tvashtri tomó a la mujer de regreso. Pero después de una semana, el hombre volvió al dios y le dijo:

- Señor, desde que te devolví la criatura, mi vida ha sido solitaria. No puedo olvidar cómo bailaba y cantaba, cómo me miraba, lo hermosa que era cuando me amaba y lo poderosa que me hacía sentir…

Y el dios le devolvió a su esposa. Solo habían pasado tres días y el hombre volvió al dios.

"Tvastri", dijo, "¿qué debo hacer?" Vuestra criatura me enfada otra vez, me da dolores de cabeza otra vez... Soy un desgraciado, no puedo vivir con una mujer, y sin una mujer, ¡para nada!

Y Tvashtri le respondió:

"Que está destinado a ser."
Te di a la mujer, pero en realidad te di a ella.
Te hice sujeto a su poder, para hacerte más fuerte.

Para ti, la mujer será como el agua del río, que alisa el guijarro, pule sus bordes, le da una forma más hermosa y suave.
Acepta tu suerte y estar agradecido! Ahora vuelve a casa y no olvides lo que te dije: la mujer es tu espejo y tu maestra!

¡Y tú sé su apoyo y sostén!

¡Deja que te ame y ámala también! Quítate la armadura, ábrete a ella, invítala a entrar, recíbela. Deja que ella te conquiste. Porque es la única batalla en la vida que solo se gana cuando la pierdes

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